Una historia inspirada en los miembros de la ppbp y en otras cosas que no tienen nada que ver con casi nada. Es un intento, a su vez, de demostrar que el fútbol y la literatura, aunque sea de saldo, pueden ir de la mano o, en este caso, del link.

lunes, diciembre 11, 2006

Capítulo tercero

Mi nombre es Camilo J. Cela, soy agente de la ACLO (número 8109502300). Estoy destinado en Berlín y, ante los acontecimientos acaecidos en los últimos días, he tomado la decisión de dejar por escrito todo lo que está ocurriendo. Sé que con esta decisión podría dejar al descubierto a la propia OCLA. Sé que con esta decisión me pongo en una situación complicada. Mi intuición me dice que es la opción correcta.

Viernes, 3 de noviembre de 2006
He vuelto a casa después de una reunión con Arthur A. en el Café Morgenrot. (...) En esa reunión se me han explicado los detalles (no muchos) de mi misión. Tengo una lista con nombres de personas pertenecientes a la PBBP que he de eliminar. (...) Tras lo que pasó con Café-au-lait y Croissant (y después de oir lo que le ha pasado a Papagayo de Mar), creo que alguien dentro de la organización (o la propia organización) está jugando sucio (o cometiendo terribles errores).
Voy a cambiar de domicilio, este piso ya no es seguro. Si desaparezco del radar de la OCLA, podré trabajar más libremente y cubrirme las espaldas.
Iré a ver a Falko. Necesito su consejo.


Camilo cerró el pequeño libro rojo y tiró el bolígrafo encima de la mesa de la cocina. Se recostó en la silla tomando aire profundamente y soltándolo de manera ruidosa. Se encendió un cigarrillo. Había tomado la decisión de cambiarse de piso para adquirir un anonimato que creía necesario. Sabía también que esta decisión sería un punto de inflexión en su carrera y en su vida. Sacó el móvil del bolsillo del pantalón y llamó. Tras dos tonos, una voz femenina contestó al otro lado.

Aquí Renata, hola, Hola, soy Camilo, Hola Camilo, qué sorpresa, qué tal estás, Bien, y tú, Psé, estoy resfriada, llevo todo el día viendo la tele, tumbada en la cama, bebiendo te y comiendo chocolatinas, Siento no haberte llamado antes, no he tenido tiempo, ya sabes, Sí, ya sé, no te disculpes, no eres el primero que no tiene tiempo para mí después haber follado conmigo, tampoco serás el último, además, yo tampoco te he llamado, debería pedirte disculpas yo también, Para estar enferma parece que tienes la cabeza muy despejada, Psé, son los analgésicos, pero dime, a qué se debe tu llamada, si esperas que follemos esta noche ya te estás olvidando del tema, No, no, tranquila, es por otra cosa, O sea, que ni siquiera te apetece follar conmigo, No, no es eso, es que tengo un problema más urgente, Claro, más urgente, seguro que estás con otra, hasta puede que estés casado, en esta mierda de ciudad pasa cada dos por tres, No, no estoy con otra, lo que pasa es que tengo un problema y necesito tu ayuda, Hombre, esta sí que es buena, ahora me pides un favor, Renata, coño, no me lo pongas más dificil, Psé, en realidad tienes razón, no sé por qué estoy tan irascible, serán los analgésicos y este resfriado que me tiene hasta las narices, a ver, díme, de qué se trata, Verás, hay una empresa que me busca por un par de facturas sin pagar, la cosa es un poco grave, cinco mil euros, he recibido dos citaciones del juzgado, O sea, que necesitas dinero, No, no, lo que quiero es darles esquinazo y he pensado que mudándome sin decir nada a nadie se cansarán de buscarme y pensarán que me he ido del pais, Y cómo es posible que tengas a deber cinco mil euros, Mira, cosas que pasan, tomé una mala decisión en el momento inadecuado y ya ves, ahora no tengo ese dinero y no quiero que me lien con juicios ni abogados, Yo tampoco tengo tanto dinero para dejarte, Que no te pido dinero, joder, a ver si me entiendes, la cosa es que he pensado en llamarte para ver si sabes de algún piso al que me pueda mudar, ha de ser gente que no dé problemas, que no pregunten por papeles, Puedes mudarte aquí, si quieres, No, eso no, encontrarían tu dirección, además, vivimos demasiado cerca, Joder, pues sí que tomas precauciones, Ya me gustaría verte a ti en mi lugar, estarías pidiendo asilo político en Chile, Sí, bueno, muy gracioso, Oye, no tienes ningún conocido que tenga una habitación libre, No quieres pasar la noche en mi casa, lo podemos discutir mientras nos bebemos una botella de Champagne y mañana por la mañana podemos ir a almorzar juntos, Renata, que..., Por el resfriado no te preocupes, es todo psicosomático, no te voy a pegar nada, y..., Renata, basta ya, por favor, esto va en serio, llama a quién sea, búscame una habitación en la que pueda alojarme una temporada, hasta que se cansen de buscarme, Está bien, está bien, joder, qué serio te has puesto, voy a hacer un par de llamadas y luego te digo algo, Gracias, Renata, eres un cielo, Y tú un cabrón.

Media hora más tarde Renata llamó a Camilo para darle la dirección de un piso en Prenzlauer Berg. Podía ir allí esa misma noche.

Camilo llegó al número cincuenta de la Schönhauser Allee. Había sido un trayecto de apenas veinte minutos desde su antiguo domicilio. Llevaba a cuestas una minúscula maleta con una pequeña muestra de su enorme vestuario. Frente al portal, encontró el timbre etiquetado con los nombres que le había indicado Renata, „F. Schmidt/M. von Harder“. Justo cuando iba a pulsarlo, retrocedió pensativo. Sacó el móvil y miró la hora: 11:50 pm. Es un poco tarde, pero he de llamarle, pensó. Seleccionó un número en la agenda del teléfono y llamó. Tras una larga espera contestó una mujer con voz de anciana.

Familia Laube, dígame, Hola Katarina, soy Camilo, Hola Camilo, qué alegría, pero, qué ocurre, porqué llamas tan tarde, Nada, nada, no pasa nada, tan sólo quería hablar con Falko, pero supongo que ya debe dormir, Pues sí, hoy se ha ido pronto a la cama, mañana quiere ir al Jardín a poner orden, pero si quieres le despierto, seguro que no le molestará, No, no, no es necesario, dile que mañana por la mañana pasaré a verle por el Jardín, he de hablarle de un asunto, Descuida, se lo diré cuando se despierte mañana, pero, dime, cuando vas a pasarte por aquí, hace mucho que no vienes, Últimamente no tengo mucho tiempo libre, pero te prometo que cuando la cosa esté más relajada me pasaré a comer un sábado, A ver si es verdad, nosotros ya no recibimos muchas visitas, y Falko cada día está más viejo, se le ha agriado el caracter, sabes, tú que lo ves mañana intenta animarlo un poco, De acuerdo, así lo haré, ahora he de colgar Katarina, Bueno, pues adiós, hijo, y cuídate, Lo mismo te digo, adiós, Adiós.

Guardó de nuevo el teléfono en el bolsillo del pantalón y apretó, por fin, el timbre. Unos instantes después, sin que nadie contestara, se oyó el característico zumbido y la puerta quedó abierta.