Una historia inspirada en los miembros de la ppbp y en otras cosas que no tienen nada que ver con casi nada. Es un intento, a su vez, de demostrar que el fútbol y la literatura, aunque sea de saldo, pueden ir de la mano o, en este caso, del link.

viernes, septiembre 14, 2007

Adam Green

Subió al escenario, en Potsdam, borracho. O completamente sereno. Qué más da, es un artista. Tiene buena voz y sabe liarla en el escenario contagiando a la gente con ese "me la suda todo, vivo en New York". A penas sabe tocar la guitarra, se equivocaba de acordes y los escasos punteados que tienen algunas de sus canciones no supo hacerlos. Se la suda. Y hace bien. Otros se hubieran muerto de vergüenza.

Le echó la bronca a uno de las primeras filas por cantar mientras él cantaba. El espectador iba en silla de ruedas. O te subes aquí a contarme tus problemas o que alguien te empuje la silla hasta que acabes en el lago pero no cantes más.

A mí me pareció totalmente inofensivo. Por suerte no llamó nazis de mierda a la audiencia. Hay gente que cree que es gracioso decirle eso a unos doscientos alemanes medio borrachos. Lo hizo en otro concierto en Berlín. Esta vez no. Mi acompanyante le hubiera tirado la botella de cerveza sin pensárselo. Si lo hace le doy un botellazo, me iba diciendo de camino al concierto.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y ahora que no se si a este pájaro le he visto en directo o he conseguido esquivarlo...

Buena crónica del concierto por cierto...

3:42 p. m.

 

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