Una historia inspirada en los miembros de la ppbp y en otras cosas que no tienen nada que ver con casi nada. Es un intento, a su vez, de demostrar que el fútbol y la literatura, aunque sea de saldo, pueden ir de la mano o, en este caso, del link.

miércoles, noviembre 15, 2006

Capítulo segundo

Camilo estaba destinado en Berlín desde hacía dos años. Cuando terminó su instrucción básica en Andorra, al día siguiente de la fiesta de graduación que se celebraba cada año en Canillo, rellenó su formulario de solicitud de destino eligiendo el Sector Theta con cargo de Peón Especial. Estaba esperanzado, pues había sido el primero de su promoción, y confiaba en que le adjudicaran el destino. Una semana después del envío le llegó la respuesta en forma de llamada de la subsecretaria para relaciones internacionales con los paises miembros, Lo siento Camilo, órdenes de arriba, te vas al Sector Gamma en modo siesta, le dijo. El Sector Gamma era Berlín y la siesta indicaba que debía esperar indefinidamente, sin levantar sospechas, a que le llegaran nuevas órdenes.

Dos años y un mes después de esa llamada, llegaba Camilo al Café Morgenrot. Eran las nueve de la noche del viernes. Era 3 de noviembre. Pidió una cerveza, una de esas de medio litro y que costaban un euro con veinte céntimos, y se sento en una mesa cercana a la puerta. El local estaba lleno, como siempre, de personas, ruido y humo. Camilo fue bebiendo a pequeños sorbos mientras leía distraidamente el periódico del día. De vez en cuando, sobresaltado, levantaba la mirada hacia la puerta cuando alguien entraba o salía preguntándose si sería capaz de reconocer a Arthur A. cuando apareciera. Pasaban ya diez minutos de la hora acordada cuando Camilo encendió un cigarrillo para calmar los nervios. Quizá esté en otra mesa, pensó, quizá ha llegado antes que yo y se ha puesto allí, al fondo del local, o quizá no me ha visto y se ha marchado. Con un súbito ataque de ansiedad se levantó y dirigió la mirada al fondo del local. La humareda y el ir y venir de personas no le permitían ver nada.

Todavía de pie, apagó el cigarrillo recién encendido en el cenicero y, dejando la cerveza sobre la mesa, se dirigió, abriéndose paso entre la gente, hacia el fondo del local. Con gran esfuerzo consiguió atravesar la sala atestada de gente y se apoyó en la pared mirando hacia la entrada. No había ni rastro de Arthur A. y desde esa posición le era imposible ver con claridad lo que pasaba en la puerta. Contrariado, decidió volver a la mesa ahora que sabía que no estaba en el local. Cuando iba a dar el primer paso, reparó en una mujer tremendamente atractiva que estaba sentada a menos de dos metros de él. La mujer le miraba fijamente mientras sonreía de manera provocativa. Estaba sola en la mesa y a Camilo le pareció que lo estaba invitando a acompañarla. Camilo dicidió acercase a esa mujer, no tanto por ponerse a flirtear como por averiguar si tenía algo que ver con Arthur A..

Llegó al lado de esa bella mujer y, cuando se decidió a hablarle, se formó un gran alboroto en la puerta de entrada. Camilo giró la cabeza para ver qué ocurría pero apenas podía distinguir nada, tan sólo unas luces en el exterior, probablemente de la policía. Decidió ir a ver qué ocurría pero la mujer le agarró del brazó. Él se giró para protestar y vio a la mujer que, de manera burlona y moviendo el índice de derecha a izquierda, le dijó, Camilín, Camilín, ni se te ocurra ir allí. Se deshizo del brazo de la mujer con un golpe seco, estaba decidido a ir a la puerta de entrada, y alguien detrás de él le llamó por su nombre, Camilo. Se giró y recibió un fuerte golpe en la sien que lo dejó inconsciente.

Abrió los ojos y tomó aire como si llevara siglos sin respirar. Le dolía la cabeza. Un fuerte resplandor le cegaba los ojos. Toma, bebe esto, le dijo una voz familiar. Alguien le acercó un vaso a los labios y tragó el líquido. Era vodka polaco. En cuestión de segundos recuperó el vigor y pudo enfocar la vista. Estaba sentado frente a una mesa negra sobre la cual colgaba una lámpara que emanaba una fría luz blanca. Encima de la mesa había un cenicero con un cigarrillo humeante sobre él. Había también un paquete blando de Ducados y un encendedor barato. Frente a él, al otro lado de la mesa, protegido por el resplandor de la lámpara pudo distinguir la silueta de un hombre. La sombra se inclinó hacia adelante y un brazo cubierto por la manga de una americana negra recogió el cigarrillo que reposaba sobre el cenicero. Por un momento pensó que llegaría a ver la cara de ese hombre pero tan sólo pudo distinguir una enorme cabeza. Chicho, déjanos solos, dijo el misterioso personaje y Camilo reconoció inmediatamente esa voz como la de Arthur A.. Se oyeron unos pasos y alguien que estaba a su espalda se alejó.

Acaso creías que iba a aparecer en este tugurio sin más, entrando por la puerta como un capullo cualquiera de estos que vienen aquí a ponerse hasta las cejas de cerveza barata. Camilo reparó en que todavía se encontraba en el Morgenrot aunque estaba completamente vacío y a oscuras. La verdad es que sí, no estiendo el numerito ni porque he tenido que recibir esta hostia de propina, Mira, Camilo, esta hostia que te has llevado no va a ser la última y menos si vas por la vida como un pardillo y si la cagas, te aviso, lo que te llevarás será algo peor. Camilo estaba realmente irritado. Bueno, déjese de hostias, si me permite la broma, y cuénteme lo que tenga que contarme, del éxito de la misión me encargo yo, Tranquilo, Camilín, no soy yo el enemigo, tan sólo un grandísimo hijo de la gran puta que va a estar vigilándote de cerca, seré tu Navaja de Ocham particular, Querrá decir mi Espada de Damocles particular, Lo que sea, imbécil.

Arthur A. se revolvió en la silla y le lanzó un sobre marrón. Ábrelo, dijo. Así hizo Camilo y sacó del interior una única hoja en la que figuraba una lista de nombres escritos uno debajo de otro formando una columna:

Piau

Sr. Moon

X

Dr. Arrow

YoSoyLaJuani

IP65

Moscacojonera

Piececito

Neusi

Xavi

Ciruelanager

Mr. Carlos

Mr. More



Sin comprender absolutamente nada, Camilo levantó la cabeza y miró a Arthur A. directamente a los ojos, Y esto qué cojones es, Esto es la Biblia, a partir de ahora tu vida girará entorno a estos nombres y a las personas que representan, Esto es ridículo, Estos son los integrantes de la PBBP, los mayores hijos de satanás con los que nos hemos tenido que enfrentar desde que la OCLO se fundó hace ya treinta años, si no reaccionamos nos mandarán al carajo y se harán con el negocio, Pues a mí me parecen unos nombres ridículos, Cuidado, Camilín, cuidado con lo que dices, ese es el problema de la juventud de hoy, hablan y hablan pero son incapaces de entender, no atienden, falta respeto, tú ves una lista de nombres y me dices que son ridículos, pues bien, Papagayo de Mar, nuestro mejor hombre murió hace cinco días, Cómo, ha muerto, dijo Camilo estupefacto, Sí, pedazo de alcornoque, era el encargado del seguimiento de la PBBP en Barcelona y le tendieron una trampa, estos cabrones son buenos, Pero qué ocurrió, No lo sabemos, bueno, en realidad sí, lo ataron inconsciente por los pies al vagón de cola de un tren de cercanías y apareció despellejado en Mataró, Qué salvajes, Durante la autopsia le encontraron esa lista de nombres en el estómago, no esa que tienes en la mano, esta es una copia, claro, la original estaba dentro de una de nuestras cápsulas habituales, Papagayo se comportó como un héroe hasta el final.

Arthur A. se levantó de la silla. Queremos que mates a esa panda de malnacidos, no nos importa como lo hagas ni lo que cueste, lamentablemente sólo tenemos esa lista como referencia y a ti como agente y te juro por mi madre que si la cagas seré yo personalmente el que te ate al tren de cercanías. Recogió el tabaco que había encima de la mesa y desapareció entre las sombras. Desde el fondo del local se pudo oir, Venga Chicho, vámonos.